La idea de que se puede curar a los enfermos a través del contacto es de antaño. El primer documento escrito sobre la masoterapia es chino y tiene 3.000 años de antigüedad. Los hindúes, egipcios y antiguos persas tenían sus técnicas manuales; hay referencias egipcias que datan del Siglo XXII A.C. Para la medicina babilónica-asiria el masaje era considerado útil para atacar al demonio que estaba produciéndole un mal al enfermo, y los persas tenían capítulos sobre masajes en sus escritos médicos.
La palabra masaje tiene raíces variadas, como la árabe "mass" (palpar o tocar) o la griega "massein" (amasar o sobar). Por ello podemos saber que en estas culturas el masaje también formaba una rama importante de la terapia. De Grecia proviene el considerado "Padre de la medicina", Hipócrates de Cos, quién en el Siglo IV A.C. destacaba la importancia superlativa de las fricciones y las enseñaba a sus alumnos. Unos seis siglos después, su gran seguidor Galeno estudiaría exhaustivamente las técnicas manuales y realizaría extensos escritos sobre el masaje.
Durante la Edad Media occidental el uso del masaje como terapia decayó. Algunos historiadores dicen que la Iglesia lo prohibió considerándolo brujería y obra del maligno, otros dicen que lo hizo por considerarlo como demasiado erótico. Esto hizo que solo se realizara clandestinamente. Pero con la llegada del Renacimiento, se revalorizaron las técnicas terapéuticas hipocráticas.
Hay investigaciones que se remontan al Siglo XIII D.C. en Alemania, donde su emperador Federico II separó un grupo de bebés para que nodrizas los cuidaran y alimentaran pero sin hablarles ni hacerles caricias o cualquier muestra de afecto a través del contacto físico. El objetivo era descubrir qué lenguaje hablarían al no conocer la comunicación que tenía establecida la sociedad; pero el experimento terminó principalmente demostrando la importancia del tacto, ya que todos los niños murieron antes de tener edad de aprender cualquier tipo de idioma.
A mediados del Siglo XIV, el médico francés Ambrosio Paré fundamenta la acción del masaje desde posiciones anatomo-fisiológicas. Luego continuaron los estudios por la comunidad científica. A principios del Siglo XIX, el gimnasta sueco Peter Henrik Ling combinó sus conocimientos deportivos con la fisiología y los estudios de Ambrosio Paré y describió sus aplicaciones en traumas, fatiga muscular y problemas post operatorios. Tanta evidencia hizo que a mediados del siglo XIX el masaje se pusiera en boga en Europa occidental y Norteamérica, realizándose muchos estudios y publicaciones sobre sus beneficios.
Todo esto llevó a que las técnicas manuales fueran la principal forma de la medicina terapéutica hasta la revolución farmacéutica de la década de los 40 en el Siglo XX. Aún así continuaron las investigaciones, y estas fueron creciendo a medida que se iba perdiendo la confianza en la infalibilidad de los medicamentos. El masaje fue recobrando y aumentando su aceptación dentro de la medicina, como lo demuestra la creación del T.R.I. de Miami que hemos mencionado.
Hoy en día la evidencia de la historia nos grita que el masaje funciona como terapia. Sin embargo el hombre de ciencia sigue depositando su fe ciega únicamente en aquello que pueda entender, en aquello en lo que pueda encontrar una explicación para el cómo, el dónde, el cuándo y el porqué. Entendemos que la confianza en un método terapéutico es importante también a la hora de evaluar su efectividad, por eso es importante responder a esas interrogantes analizando de qué manera actúa el masaje en el ser humano.